El final de febrero marcó un quiebre de tendencia pluvial para gran parte de la región pampeana.


En definitiva, se trata de dos realidades muy distantes en lo que refiere a condiciones climáticas, pero que encuentran un punto en común en la magnitud de la emergencia. Sea por exceso de humedad o por prolongado déficit hídrico, el productor se ve obligado a destinar recursos extras para conseguir ese forraje que el campo natural ya no le da, o bien a tomar la decisión de desprenderse de hacienda para reducir la carga. Éste es un proceso lógico y natural de toda explotación ganadera a cielo abierto, donde el clima muchas veces termina imponiendo los tiempos de cada ciclo.
Claramente, los excesos hídricos irrumpen de manera intempestiva y requieren reacciones rápidas y precisas para reducir la magnitud de las pérdidas. Por el contrario, un escenario de sequía se manifiesta paulatinamente y, por ende, de modo más silencioso.
En el caso del norte, en algunas zonas se trata ya del tercer o cuarto año golpeado por la sequía, una situación que ha generado un importante nivel de endeudamiento para el productor.
Se trata de una zona de producción tanto agrícola como ganadera de fuerte incidencia a nivel nacional. Como referencia, según el último dato de stock ganadero, la provincia del Chaco concentra cerca de 2,4 millones de cabezas (4,5% del stock nacional), con 1,14 millones de vacas. Formosa reúne el 3,2% del stock nacional, con 1,7 millones de cabezas, de las cuales 750 mil son vacas, mientras que Santiago del Estero cuenta con 1,2 millones de cabezas de ganado vacuno (2,3% del total), con 530 mil vacas. En conjunto, las tres provincias, representan el 10% del stock total (5,24 millones de cabezas), aportando el 9% de los terneros logrados a nivel nacional y cerca del 20% de la producción de novillos. En los próximos días posiblemente veamos publicados los números finales del último stock ganadero al 31 de diciembre de 2024, con el que se podrá contrastar el efecto del último año.
No obstante, si bien la situación actual es crítica, se teme que pueda agravarse aún más durante el invierno, cuando naturalmente el régimen de lluvias desciende significativamente y el forraje se torna escaso.
Es por ello que algunos productores ya están comenzando a desprenderse de parte de la hacienda que no pueden mantener, lo que genera para la zona una importante descapitalización, difícil de recuperar tras estos procesos. Otros, ante la gravedad de la situación, optan por adelantar el uso de las reservas previstas para el invierno, agotando un recurso vital para transitar esa estación. Es por ello que, cuando comiencen a registrarse las pariciones, esas vacas que hoy se mantienen con lo justo, probablemente, deban criar su ternero bajo restricción de alimento.