En los próximos meses se estima que las altas temperaturas serán una constante, en línea con el fenómeno climático El Niño. Frente a este escenario, un equipo de referentes del INTA de las provincias afectadas brinda una serie de recomendaciones para reducir el impacto en las producciones porcinas. Es que, estos animales no cuentan con glándulas sudoríparas y sufren las temperaturas a partir de los 27 grados centígrados.La temperatura global aumentó 1.4 grados, convirtiendo a 2023 en el año más caluroso que, además, ha batido todos los récords climáticos. Así lo reveló la agencia meteorológica de la ONU. En esta línea, se espera que el verano continúe con altas temperaturas con registros por encima de lo normal, en línea con el fenómeno climático El Niño. Frente a esto, un equipo de referentes de las provincias afectadas brinda una serie de recomendaciones para reducir el impacto en los animales. “Es importante elaborar un plan de prevención y respuesta ante la ola de calor prevista para el verano”, subrayó María de los Ángeles González -médica veterinaria del INTA Las Breñas, Chaco-. En este sentido, recordó que es importante evitar el estrés térmico en los cerdos, con las consecuencias que implica no ser capaces de regular su temperatura interna. “En un animal con un efecto calórico estresante, se ponen en marcha los mecanismos de termorregulación que consisten en cambios fisiológicos y de comportamiento para mantener la temperatura corporal dentro del rango normal”, detalló la especialista. En consecuencia, disminuye el consumo de alimento, se registra una pérdida de peso, hay bajos índices de conversión y se presentan problemas reproductivos (diminución del % preñez, aumento de repeticiones de celos, abortos). Además, hay un aumento de la frecuencia respiratoria, un incremento en el consumo de agua y, en casos extremos, hay posibilidades de muerte. “Todo ello, conduce a una disminución del rendimiento productivo de los animales y a un encarecimiento de la producción”, reconoció González. En esta misma línea, Raúl Franco -veterinario del grupo de porcinos del INTA Marcos Juárez, Córdoba- señaló: “El calor influye de manera distinta según la especie, en función de sus mecanismos sistemáticos para contrarrestar el efecto del estrés calórico. Puntualmente, en el cerdo el calor los afecta con un impacto directo en su sistema cardiopulmonar, debido a su tasa de crecimiento”. “A partir de los 27 grados centígrados, el animal empieza a sufrir las consecuencias”, advirtió Franco y, en este punto, también aconsejó “evitar los golpes de calor”. Es que, tal como recordó, “los porcinos no cuentan con glándulas sudoríparas y, por este motivo, se embarran. Es la mejor forma natural que tienen de eliminar calor”. Por todo esto, Franco consideró “muy importante” la definición de eficiencia de las granjas, aspecto muy vinculado con la inversión en tecnología para controlar las altas temperaturas, especialmente, en las salas de gestación, las de maternidad, así como las de las salas de animales de 25 a 110 kilos.

