Argentina pasó de ser pionera en biodiesel a ser un país que no crece. Un producto que supo exportar más que todo el complejo pesquero, lácteo o siderúrgico. El biodiesel, una herramienta para generar más valor, exportaciones y empleo, contaminando menos.La producción argentina de biodiesel creció un 40% en 2024 respecto al 2023. Sin embargo, desde su máximo alcanzado en 2017, la producción argentina de biodiesel cayó al 2024 un 60% en volumen. A contramano de la tendencia argentina, la producción mundial creció un 75% en el mismo período. Entre los principales productores globales, el mercado del biodiesel de todos los países registró crecimiento a tasas que varían entre los dos y tres dígitos. Así, Indonesia cuadruplicó su producción en los últimos siete años, mientras que Brasil la duplicó con creces. Si sumamos al HVO, Estados Unidos creció un 160% en su abastecimiento de biocombustibles derivados de aceites vegetales en este mismo período. Asimismo, China marcó un crecimiento del 150% en su producción de biodiesel, mientras que la UE, el principal productor mundial de este biocombustible, apuntaló un 10% su producción en los últimos siete años, de acuerdo con Oil World.







Con un mejor contexto de inserción exportadora, la Argentina puede recuperar sus niveles de exportación. En este sentido, el cierre del acuerdo Mercosur-UE espera redundar en una progresiva baja de aranceles para el ingreso del biodiesel argentino al mercado europeo. Si bien la baja se prolongará por diez años, la perspectiva de entrada en vigor del acuerdo es otro factor que espera impulsar el comercio internacional de biodiesel. De esta manera, Argentina podría crecer marcadamente en sus exportaciones respecto a los niveles de 2024.
Así, la producción de biodiesel podría más que triplicarse en apenas seis años, llegando al B35 en 2031. En números concretos, esto significa pasar de 750.000 a más de 2,1 millones de toneladas al año entre 2023 y 2030. Más aún, estas estimaciones se realizan dejando sin cambios el pool de gasoil argentino, que creció a una tasa cercana al 1,5% anual en los últimos veinte años.
Este crecimiento productivo se enmarca en el contexto de creciente descarbonización de matrices energéticas a nivel mundial. Así, el uso de biodiesel argentino implica una reducción promedio de emisiones de más del 70% respecto al uso de combustibles fósiles. Más aún, este valor puede resultar en una mayor caída de entre 75% y 81% según el método de estimación de emisiones que se utilice, de acuerdo con el estudio “Indicadores GBEP de sustentabilidad de la bioenergía en Argentina”, elaborado con el apoyo del BID y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina.
De acuerdo con el último informe de bioenergía de SAGyP, cerca de 1.500 personas fueron empleadas directamente en la actividad de biodiesel. La industria del biodiesel contribuye a la generación de empleos bien remunerados fuera de los grandes centros urbanos, contribuyendo al desarrollo del interior del país. Por cada empleo directo el complejo biodiesel genera otros 2,3 empleos indirectos. No obstante, dicha estimación podría ser cauta en función del impacto real del sector sobre la cadena de la soja.
El déficit cero es una necesidad y el sostenimiento de los superávits gemelos es una prioridad. La agroindustria se sostiene año tras año como la principal fuente de ingresos de divisas para país. En Argentina el 80% de la soja que se produce se exporta, mayoritariamente con transformaciones industriales de la industria aceitera.
El biodiesel emerge como una industria estratégica por las divisas que genera, la creación de empleos locales, la ampliación de la generación de valor de la producción agrícola y el refuerzo para la descarbonización de la matriz energética local y global.
Cabe destacar que, entre otros multiplicadores no incluidos en este estudio, se encuentra el factor tributario que, si bien no es objeto de este análisis, representa otro indicador de la relevancia de los biocombustibles, y que sería interesante considerar en la formulación e implementación de políticas públicas. El biodiesel colabora en estos objetivos plenamente y puede hacerlo con mucho más ímpetu en la próxima década con los incentivos correctos.
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