Lo que pasa en el campo

24/09/25

Mercado ganadero: entre la volatilidad actual y la mirada estratégica de largo plazo

El mercado parece enfrentarse, una vez más, a una situación que recuerda a una crónica anunciada. En un año electoral, con fuertes expectativas puestas en una fecha clave, se observa una regresión en los avances logrados en términos de estabilidad y previsibilidad.

El sector productivo se encuentra nuevamente inmerso en un clima de cierta incertidumbre, volatilidad y cortoplacismo, factores que dificultan la prudencia y responsabilidad necesarias para la toma de decisiones estratégicas por parte de los productores.

Este escenario interno contrasta con las condiciones del mercado ganadero a nivel global, que presenta una oportunidad excepcional para la expansión y el crecimiento del sector. Sin embargo, la atención vuelve a centrarse en lo inmediato, corriendo por momentos el foco sobre el largo plazo.

En este contexto, la semana pasada se dieron a conocer los datos de exportación de carne vacuna correspondientes al mes de agosto, que reflejan una importante recuperación del sector exportador. La reciente reducción parcial de las retenciones, junto con la mejora del tipo de cambio, ha permitido que las exportaciones comiencen a consolidarse en un mercado internacional con alta demanda.

Durante agosto se exportaron unas 84,3 mil toneladas equivalente peso carcasa, lo que representa un aumento del 8% respecto de julio. Esta tendencia al alza se manifiesta tanto en el volumen como, fundamentalmente, en el precio En lo que va del año, el volumen total exportado (540 mil toneladas peso producto) es aún un 12% inferior al del mismo período del año pasado. Sin embargo, el precio promedio por tonelada exportada es un 40% superior al registrado en igual período del año anterior, lo cual permite moderar el impacto negativo del menor volumen.

En efecto, para el próximo año, las proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), a través de su oficina en Buenos Aires, anticipan un aumento interanual del 8% en las exportaciones de carne vacuna de Argentina. Esta mejora estaría impulsada por una combinación de factores: la sólida demanda externa, el incremento sostenido de los precios internacionales y cambios geopolíticos que abren nuevas oportunidades para el posicionamiento estratégico de los productos argentinos en el mercado global.

Sin embargo, estos guarismos de mayores exportaciones se sustentan en una producción de carne relativamente estable, pero con una menor faena esperada, lo cual constituye una condición necesaria para avanzar en la reconstrucción del stock ganadero. Esto implica indudablemente mejorar la productividad individual, es decir, aumentar los kilos obtenidos por animal faenado. Este objetivo puede alcanzarse por dos vías principales: la prolongación de los plazos de recría y engorde extensivos, o bien, la intensificación del engorde a corral, basado en dietas con alta proporción de granos.

Sucede que actualmente, ambos caminos se encuentran condicionados por una distorsión en los costos relativos. Por un lado, el elevado costo del capital inmovilizado a lo largo del tiempo, inherente a los ciclos productivos más extensos; y por otro, el aumento en los costos de alimentación, derivado de la eliminación temporal de las retenciones a los granos, medida que encarece de los insumos clave para los sistemas de engorde intensivo.

A través de esta última resolución, el Gobierno ha dispuesto llevar al 0% las alícuotas aplicables a la exportación de todos los granos, aunque, una vez más, lo hace de manera transitoria. Según lo establecido por la norma, la eliminación de retenciones regirá hasta el 31 de octubre de 2025, o bien hasta el día en que se alcance un volumen de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) equivalente a 7.000 millones de dólares, lo que ocurra primero. Las alícuotas vigentes previas a la resolución, tanto maíz como trigo tributaban un 9,5%, mientras que la soja estaba sujeta a un arancel del 26%.

En el caso puntual de la ganadería, la medida tiende, en principio, a paralizar temporalmente ciertas decisiones de inversión. Razonablemente, quienes estuvieran evaluando la compra de hacienda para engorde o incluso la reposición de animales terminados, hoy carecen de incentivos concretos para avanzar en el corto plazo.

El incremento en el costo de la alimentación no solo afecta a quienes deben adquirir el insumo en el mercado, sino también a aquellos que producen su propio grano, ya que se ven obligados a tomar decisiones considerando un costo de oportunidad significativamente más elevado.

Cabe recordar que los feedlots ya vienen operando con márgenes negativos desde hace varios meses, afectados no solo por una ajustada relación de compra-venta de la hacienda, sino fundamentalmente por el fuerte incremento de tasas financieras que aumenta significativamente el costo del capital de trabajo asociado a este tipo de actividad.

En este contexto, la quita temporal de retenciones al maíz podría derivar en un nuevo incremento en los costos de alimentación para el engorde a corral. Suponiendo que, ante este escenario, los exportadores trasladaran el 100% del beneficio fiscal al precio pagado al productor, el comprador local debería competir con un maíz 9,5% más caro en dólares.

Concretamente, el maíz disponible, que hasta el momento cotizaba en torno a USD 175 por tonelada, pasaría a valer más de USD 190 por tonelada. A este valor, además, debe sumarse el posible efecto de una suba en el tipo de cambio, que aún con intentos oficiales de contención, podría seguir reflejando presiones alcistas.

Posteriormente se dio a conocer una medida adicional que busca corregir parcialmente algunas de las distorsiones señaladas anteriormente: la reducción de las retenciones a la exportación de carne de novillo y carne aviar.

Según lo informado oficialmente, este beneficio también será de carácter transitorio y se extenderá hasta el 31 de octubre de 2025, inclusive, o bien hasta que se alcance un volumen de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) por un importe equivalente a USD 7.000 millones, lo que ocurra primero.

Lo cierto es que, más allá de la oportuna adecuación de la medida antes anunciada, esta no evitará la distorsión de costos que generará a lo largo de la cadena. En efecto, la eliminación transitoria de las retenciones a la carne de novillo tampoco corrige de manera directa la situación del feedlot, donde el impacto inmediato del aumento en el precio del grano terminará siendo trasladado, en parte, a un menor precio de compra de los terneros de reposición y, en parte, al precio de la hacienda terminada, en la medida en que lo permita el consumo.

Sin embargo, se evidencia nuevamente una temporalidad disociada entre el impacto inmediato que sufrirá la actividad por el incremento del costo del alimento y la capacidad de traslado de este aumento a la ecuación de compra-venta.

Fuente ROSGAN

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