Gerardo de la Vega, investigador del CONICET, y Lihuen Soria-Mercier, estudiante de Biología, lideran ensayos en Bariloche y Junín con la Técnica del Insecto Estéril (TIE) aplicada a la Drosophila Suzukii, plaga que afecta la producción de fruta fina. Los estudios muestran resultados alentadores: reducción de poblaciones, sustentabilidad en el campo y potencial integración en sistemas orgánicos y agroecológicos.

Gerardo de la Vega, doctor en Biología e investigador del CONICET (IFAB, INTA-CONICET) junto a Lihuen Soria-Mercier, estudiante de la carrera de Biología, explican sobre los ensayos realizados mediante la Técnica del Insecto Estéril (TIE) aplicada a la mosca de las alas manchadas (Drosophila suzukii) en la Patagonia.

“La mosca drosófila Suzuki vino desde Asia y afecta la fruta fina como la cereza, los  arándano y la frambuesa”, explica De la Vega, e indica que Chubut, Río Negro fueron lugares “muy afectados en su producción desde 2017, porque la caracteristicas distintivas que presenta el insecto es que cuenta con un obipositor acerrado con el que pincha la fruta y pone los huevos cuando están incluso en proceso de maduración”, detalla el investigador.

Frente a este flagelo ,que complica la producción de frutos, el estudio consistente en la implementación de una técnica del insecto estéril,  que “está bastante avanzada, en especial en Bariloche donde se presenta como un lugar estratégico para su desarrollo y estudio en lo que es el Polo Científico-Tecnológico CONICET, INTA, SENASA, el Centro Atómico y la Comisión Nacional de Energía Atómica. Esto resulta un entorno ideal para estudiar su aplicación en distintas especies”, remarca De la Vega, quien esta a cargo de acompañar la tesis de grado de Soria-Mercier.

¿En qué consiste el procedimiento de la técnica del insecto estéril?

El procedimiento consiste en criar una gran cantidad de individuos de una especie, esterilizarlos en estadios inmaduros como la pupa, sexarlos mediante bioingeniería o sistemas automatizados, y liberar únicamente machos. “Estos compiten con los machos fértiles, engañan a las hembras que creen haber fecundado sus huevos, y provocan que la población decline rápidamente. Para que el método sea efectivo, se requiere un nivel de esterilidad superior al 95% y garantizar la liberación exclusiva de machos”, indican a Expoagro los científicos y aclaran que la liberación de hembras debe evitarse, ya que en plagas agrícolas continúan dañando los cultivos, y en vectores al igual que los mosquitos son ellas las que pican y transmiten enfermedades. “En el caso de la mosca Suzukii, se desarrolló un sistema basado en inteligencia artificial que permite sexar de manera precisa y asegurar que solo los machos sean liberados al campo”, resalta el docente.

Prueba piloto de liberación de campo en Junín

En una reciente prueba piloto realizada en la localidad bonaerense de Junín, los investigadores comprobaron la eficacia de la técnica del insecto estéril al observar que, en las parcelas tratadas, la curva poblacional de las moscas se mantuvo estable, mientras que en las áreas de control se registró un marcado incremento. El ensayo no solo evidenció una reducción significativa de la plaga, sino también un alto grado de sustentabilidad. “Durante las liberaciones se constató la presencia de abejas y otros insectos benéficos, además de trabajadores realizando tareas de cosecha y poda sin inconvenientes, explica De la Vega y remarca la presencia en el estudio realizado de Edward Wilson y Francisco Azaro de Senasa.

Los resultados fueron compartidos en un taller de costos de fruta fina en la comarca de Bariloche, donde productores y apicultores destacaron la potencial aplicación de la técnica en sistemas orgánicos y agroecológicos, “Al tratarse de la misma especie problemática, pero liberada en mayor cantidad y en condición de esterilidad”, concluyen.

El equipo de trabajo está conformado por investigadores del CONICET, Senasa  Patagonia Norte (Río Negro), investigadores de Uruguay y de la Comisión Nacional de Energía Atómica y se realiza en el marco de una tesis de maestría de la facultad de ingeniería de la UBA, que es dirigida por Gerardo de La Vega.

Por Marizú Olivera Orquera.

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