CampoLimpio: El sistema de gestión ambiental que recupera más de 6 millones de kilos de envases fitosanitarios por año

CampoLimpio: El sistema de gestión ambiental que recupera más de 6 millones de kilos de envases fitosanitarios por año

La organización civil integrada por más de 100 empresas del sector, lleva adelante el único sistema formal del país que gestiona los envases vacíos de fitosanitarios y en seis años ya permitió recuperar  más de 22 millones de kilos de plástico.

La gestión de los envases vacíos de fitosanitarios es uno de los grandes desafíos ambientales en la industria del agro. Sin un tratamiento adecuado, el desecho de estos plásticos de alta calidad que, durante su vida útil, contuvieron productos con distintos grados de toxicidad, puede transformarse en un riesgo para el ambiente y la salud pública. Para dar respuesta a esta problemática, la Argentina cuenta hoy con el único sistema formal y federal de gestión de estos residuos: CampoLimpio.

El origen de esta iniciativa se encuentra en la sanción de la Ley 27.279, sancionada en 2016 y reglamentada dos años después, que establece los presupuestos mínimos de protección ambiental para la gestión de los envases vacíos de fitosanitarios en virtud de la toxicidad del producto que contuvieron. La industria fue parte activa en el impulso de esta legislación y, a partir de su sanción, decidió organizarse a través de una asociación civil. Así nació CampoLimpio, integrada por más de 110 empresas del sector, todas productoras de agroquímicos y fitosanitarios, que desde 2019 trabaja con un objetivo concreto: recuperar los envases vacíos de fitosanitarios de todo el campo argentino para preservar el ambiente y la salud de las personas. La norma “establece la responsabilidad extendida de toda la cadena de valor, con el objetivo de prohibir abandonar, quemar o enterrar los envases así como comercializarlos en el mercado informal” explica Juan Manuel Medina, gerente de Relaciones Institucionales y Comunicación de CampoLimpio.

Uno de los principales problemas que busca resolver la ley es el destino final del plástico. “El corazón de la ley es regular los destinos: definir para qué se puede reutilizar este plástico y para qué no”, señala Medina y agrega que “especialmente la mayor problemática se encuentra con los bidones de 20 litros, fabricados con materiales de alta calidad que durante su vida útil contuvieron algún liquido o solido vinculado a los agroquímicos con cierto grado de toxicidad, y en muchos casos terminan en circuitos ilegales reutilizados como bolsas camiseta o cucharitas de helado”.

Un circuito federal en crecimiento

CampoLimpio no solo funciona como un sistema de gestión ambiental, sino también como un gran sistema logístico federal, encargado de movilizar el plástico recibido desde cada rincón del país hacia destinos habilitados para comenzar el proceso de su reutilización.

Así, el sistema de gestión ambiental de CampoLimpio se apoya en una red de Centros de Almacenamiento Transitorio (CAT) y campañas itinerantes de recupero. En los últimos cinco años, el crecimiento fue sostenido: “se pasó de 7 CAT a 94 centros distribuidos en 22 provincias, con presencia de norte a sur del país”, destaca su representante, afirmando que este despliegue “permite acercar el sistema al productor y facilitar el cumplimiento de la ley, que establece la obligación de devolver los envases al menos una vez por año. Para ello, deben solicitar un turno a través de la página web www.campolimpio.org.ar.

Una vez recibidos, los envases son clasificados y enviados a operadores habilitados en cada provincia. Los envases tipo A, que fueron sometidos a triple lavado por el productor, se destinan a reciclado. Los envases tipo B, que llegan sucios o corresponden a cartón contaminado, son tratados por operadores de residuos peligrosos. “El triple lavado es clave: es lo que permite que ese plástico pueda reciclarse de manera segura”, destaca Medina.

Según estimaciones del sector, en la Argentina se generan más de 10 millones de kilos anuales de envases vacíos fitosanitarios. Durante el último año, CampoLimpio logró recuperar alrededor de 6 millones de kilos a nivel nacional. Desde el comienzo la llevan recuperados más de 22 millones de kilos de plástico, una cifra que marca el avance del sistema, aunque también evidencia el desafío pendiente.

Economía circular, trazabilidad y compromiso del productor

El sistema es 100% financiado por la industria, sin costo para el productor en la entrega de los envases ni para los operadores que reciben el material. El plástico recuperado tiene destinos controlados: actualmente existen por ley 22 usos permitidos. “El 66% del material reciclado se transforma en caños tritubos, seguido por envases tricapa que vuelven a la industria fitosanitaria, autopartes y materiales para la construcción, también se producen postes y varillas”, detalla Medina. CampoLimpio cuenta además con un sistema interno de trazabilidad para garantizar que el plástico reciclado solo termine en los usos autorizados. Asimismo, “cuando se implemente el sistema único de trazabilidad nacional, el productor que no haya devuelto envases durante el año deberá justificar el motivo, de lo contrario su CUIT podrá ser penalizado y quedará impedido de adquirir productos”, anticipa el gerente de Relaciones Institucionales y Comunicación.

Como beneficio de sumarse a este sistema, los productores reciben un certificado de entrega, que en muchas producciones es un requisito para exportar y, en otros casos, funciona como respaldo ante fiscalizaciones. 

La capacitación es otro pilar del modelo. CampoLimpio ya formó a más de 30.000 personas, entre productores, aplicadores, técnicos, estudiantes de escuelas agrotécnicas y profesionales. “La industria del agro es la única que hoy se hace responsable de una situación de estas características”, subraya Medina.

Desafíos y proyección

Desde su puesta en marcha, la implementación del sistema crece a un ritmo promedio del 15% anual, con un aumento sostenido de productores comprometidos que oscila entre el 20 y 25% cada año. “Lo ven como una solución, ya que antes de la ley debían realizar la disposición de los envases a través de residuos peligrosos con un costo muy alto”, dice el referente. Asimismo, si bien reconoce que las prácticas de quema o enterramiento disminuyeron, explica que “aún persiste un fuerte comercio ilegal debido a la práctica de los recolectores informales que venden los envases a fabricantes de productos prohibidos por ley como las bolsas camisetas para supermercados o verdulerías”.

Con más de 60 personas en su staff y unas 400 involucradas indirectamente en centros y logística, CampoLimpio consolida un modelo de economía circular que transforma un problema ambiental en valor para el sistema productivo argentino.

De cara al futuro, los desafíos pasan por completar el despliegue nacional hasta alcanzar 110 CAT, avanzar en la monetización del plástico reciclado y evolucionar hacia la gestión integral de otros residuos del agro. “Es una enorme satisfacción aportar una solución concreta en una cadena muchas veces cuestionada desde lo ambiental. La industria del agro es la única que hoy tiene en Argentina un sistema de gestión de estas características. Reducimos huella de carbono, generamos empleo verde y damos una segunda oportunidad a un residuo crítico”, concluye Medina.

Por Paola Papaleo

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