Ganadería

29/12/25

Merino Dohne: Genética que une carne y fibra premium

Un equipo de investigación del INTA trabaja en un programa de genética con ovinos que busca consolidar el Merino Dohne como base productiva de la región. Esta raza combina el volumen de carne de calidad con fibra de alto precio internacional, lo que la convierte en una alternativa estratégica para productores ovinos de la Patagonia.

La ganadería ovina de la región se encuentra en un proceso de transformación productiva. En los módulos experimentales Estación Experimental Agropecuaria del INTA Valle Inferior se desarrolla desde hace años un trabajo orientado a mejorar la genética de los rebaños mediante un sistema de absorción con la raza Merino Dohne, una variante con orígenes australiano y sudafricano, reconocida por su doble propósito: producir carne y lana de calidad.

Ciro Saber —especialista veterinario de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Valle Inferior del Río Negro— explicó que “esta combinación de volumen de carne y fibra de alto precio internacional convierte a esta raza en una alternativa estratégica para productores ovinos de la Patagonia y del Valle Inferior, donde las condiciones demandan eficiencia productiva y diversificación de ingresos”.

El atractivo de la raza Merino Dohne radica en que, a diferencia de la mayoría de las razas carniceras que producen lana gruesa de bajo valor, esta variedad ofrece lana fina y carne de calidad. Los carneros adultos alcanzan pesos de entre 102 y 120 kilos a los dos años, lo que se traduce en rendimientos de 49 a 60 kilos de res al gancho.

Asimismo, indicó Saber, “en ambientes con buena disponibilidad de forraje —como los pequeños valles—, su desarrollo resulta muy interesante, incluso en zonas áridas donde igualmente se dispone de pasturas adecuadas”.

Otras de las bondades que aporta esta raza es la buena aptitud materna característica importante a la hora de criar y defender a su cordero, y que puede verse muy rápidamente reflejado en la primera generación de la cruza.

En la región patagónica la composición de los rebaños ovinos varía según la zona. En el sur, particularmente en Santa Cruz, conviven las razas Corriedale y Merino. Hacia el norte, predomina de manera marcada el Merino Australiano, aunque pueden encontrarse otras razas en muy baja proporción.

En particular, en el módulo del INTA conviven distintas razas. Por un lado, la Comarqueña, de lana gruesa, pero con aptitud carnicera, y por otro, el Merino Australiano, reconocido por su lana fina pero con menor desarrollo cárnico.

“El desafío fue unir lo mejor de ambas razas y allí aparece el Merino Dohne, que permite obtener animales de buen peso al gancho y al mismo tiempo producir fibra de alto valor comercial”, puntualizó.

Y agregó que “los avances logrados permiten vislumbrar un futuro en el que el Merino Dohne gane protagonismo en los sistemas ganaderos mixtos de la región. Con animales adaptados, de alto rendimiento y con productos valorizados en los mercados”.

¿Qué es la absorción genética?

El proceso de absorción consiste en realizar cruzamientos sucesivos entre animales de una raza pura (en este caso, Merino Dohne) y hembras de otra raza cercana como el Merino Australiano, hasta lograr que las nuevas generaciones se asemejen cada vez más al MD.

En este proyecto, los primeros pasos se dieron mediante trasplantes de embriones puros de Merino Dohne sobre ovejas receptoras Comarqueña, lo que permitió generar los primeros individuos MD puros. Paralelamente, se incorporaron hembras Merino Australiano de alta calidad genética para iniciar la absorción con machos Dohne puros.

El esquema avanza por generaciones. La primera cruza combinó 50 % de genética de cada raza. Al repetir el cruce de esas hembras con un macho MD puro, se obtiene la segunda generación con un 75 % de genes MD. El proceso se repite hasta llegar a la cruza donde los animales ya pueden ser considerados puro de pedigree si superan ciertos números en los índices de los parámetros de evaluación.

Cada generación es evaluada con criterios estrictos: peso al nacer, al destete, peso pre y post-esquila y medidas de área de ojo de bife, entre otros índices. Las siguientes generaciones de machos de la cruza deben superar los 115 puntos de valoración para ser incorporados como reproductores puros de pedigree, mientras que las hembras requieren más de 100 puntos.

“Hoy el piso de nuestro plantel ya no es el Merino Australiano, sino la segunda generación de cruza, y estamos avanzando hacia la consolidación de las dos siguientes cruzas, esto lo impulsa como una herramienta clave para fortalecer la producción ovina local ya que los números productivos con esta raza han alcanzado hasta el 140 % de señalada dentro del módulo”, concluyó Saber.

Fuente INTA

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