Agricultura
18/12/25
Buffel grass: una alternativa forrajera para recuperar áreas degradadas
Con el objetivo de mejorar la producción, un equipo de investigación de INTA Quines evaluó el comportamiento del buffel grass como recurso forrajero en San Luis. Los resultados aportaron datos sobre producción, receptividad y manejo. Recomendaciones para la planificación ganadera en el semiárido puntano.
El buffel grass (Cenchrus ciliaris L.) es una gramínea perenne de origen africano, ampliamente utilizada en regiones áridas y semiáridas por su capacidad de adaptación a suelos y climas con marcada escasez de lluvias. Se caracteriza por su resistencia a la sequía, su rápido rebrote y su buen aporte forrajero, lo que lo convierte en una alternativa estratégica para la recuperación de áreas degradadas y el sostenimiento de la ganadería en este tipo de ambientes.
“El buffel grass puede convertirse en una herramienta clave para los productores de la región, siempre y cuando se implante y maneje de manera responsable”, señaló Héctor Andrada, investigador de la Agencia de Extensión Rural del INTA Quines, San Luis.
De acuerdo con esto, se determinaron densidades de siembra a recomendar (7-8 kilos), importancia de las precipitaciones en el éxito de la siembra, manejos sostenibles tales como dejar arraigar un periodo de crecimiento, evaluación de acuerdo con el número de plantas por metro y definir su aprovechamiento forrajero o dejar semillar para su correcta implantación y su posterior aprovechamiento. Esta metodología permitió contrastar el rendimiento bajo manejo con la producción acumulada del ciclo, con el objetivo de mostrar las diferencias en la eficiencia del aprovechamiento.

En relación con la receptividad, el trabajo aplicó un modelo de parcelamiento que ajusta la carga animal de acuerdo con la disponibilidad forrajera. “Este sistema permite optimizar el uso del recurso, evitando el sobrepastoreo y asegurando el equilibrio entre oferta y demanda”, explicó Andrada.
La implantación del buffel grass se recomienda al inicio de la temporada de lluvias, con desmonte selectivo, rolo y cajón sembrador. La semilla debe quedar cubierta con una capa fina de suelo, sin excesos de profundidad que limiten la emergencia. Además, la pastura debe implantarse únicamente en áreas degradadas, sin desplazar pastizales naturales en buen estado.
Según la evaluación, una implantación exitosa se alcanza con entre 8 y 10 plantas por metro cuadrado, verificadas al año siguiente de la siembra. En esas condiciones, la pastura puede llegar a producir hasta 3.000 kilos de materia seca por hectárea, siempre que se maneje con descansos adecuados, carga moderada y pastoreo rotativo.
“No se trata de una solución aislada, el buffel grass es parte de una estrategia de planificación forrajera a corto, mediano y largo plazo”, indicó Andrada, y agregó: “Integrado con el pastizal natural, este recurso contribuye tanto a la recuperación de áreas degradadas como al fortalecimiento de la resiliencia productiva en sistemas ganaderos del semiárido puntano”.
Fuente INTA
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