La antigua maquinaria agrícola revive en Bragado

La antigua maquinaria agrícola revive en Bragado

La ciudad le devuelve la vida a través de una celebración a las máquinas que ayudaron a hacer grande nuestra patria. ¿De qué se trata?

La ciudad de Bragado, está ubicada a solo 210 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y es una de las opciones para salir de la rutina semanal en cualquier época del año, en familia, con amigos, en contacto con la naturaleza y con los deportes al aire libre. Pero además, para conocer la historia de una manera diferente. ¿Cómo? A través de aquellas máquinas y herramientas que usaban para trabajar la tierra quienes llegaron con las primeras corrientes inmigratorias.

En un viaje a la forma en que nuestros antepasados trabajaban la tierra, Bragado lleva adelante todos los años, la Fiesta de la Maquinaria Agrícola Antigua. El evento es impulsado por la Asociación de Tractores y Maquinaria Agrícola Antigua “Julio César Bracco” y tiene como objetivo rescatar aquellas maquinarias que ayudaron a hacer grande nuestra patria trabajando el campo argentino.

Allí, la Asociación, que año tras año reúne y restaura equipos de antaño, muestra el funcionamiento en vivo de decenas de maquinarias que colman los recuerdos a los mayores y despiertan la curiosidad de los más chicos.

En aquellos tiempos no existía la dirección hidráulica, las cosechadoras hidrostáticas, la Agricultura 4.0 y menos aún el aire acondicionado. Todo era a base de esfuerzo. La fuerza era la que conducía a las personas de campo hacia la meta.

¿Cómo es esta fiesta?

Las jornadas tienen un marco imponente que sorprende. Como las caras de las nuevas generaciones que observan cómo desde los albores de la industria agrícola, los fabricantes criollos contribuyeron con su ingenio a remediar en gran medida el problema de las cosechas y trillas en los campos, aportando en buena parte la solución a la grave falta de maquinarias que hasta esos tiempos era totalmente importada, dificultosa de conseguir y de elevado precio.

La integrante de la comisión organizadora, Fernanda Forlán, cuenta que “la fiesta se caracteriza por unir a toda la familia en una jornada bien campera. La pandemia nos paralizó mucho, tuvimos que cancelar eventos de reencuentros que hacemos durante el año. También nos paralizó, por ejemplo, en ir a buscar máquinas, no nos podíamos trasladar porque estuvimos mucho tiempo aislados, pero no obstante, la asociación continuó haciendo cosas. En la fiesta se cosechan cultivos en diferentes momentos del día, con espectáculos por la tarde y la noche y se sirve el mate cocido con productos de la región”.

Sin GPS, sin drones, sin la electrónica que hoy facilita las labores, las tareas llevaban más tiempo que en la actualidad, pero se realizaban con la misma pasión, sabiendo que el esfuerzo era mayor, pero los frutos también. 

Una fiesta que cosecha los elogios de la siembra de un patrimonio cultural de generaciones que han dejado sus huellas marcadas para la posteridad.

Por Sergio Romano 

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