La primera mujer relatora de jineteadas de Jesús María: “El campo es mi lugar en el mundo”

La primera mujer relatora de jineteadas de Jesús María: “El campo es mi lugar en el mundo”

“Me hice sola, sin padrinos ni apellido”, resalta Cecilia Segovia, locutora, relatora de jineteadas desde los 14 años, profesora de danzas folklóricas, miembro del Instituto Nacional Belgraniano y reconocida como Mujer de la Tradición por la Cámara de Diputados de la Nación. Una mujer que se abrió paso para representar la identidad nacional desde varias aristas. 

Cecilia tiene 35 años, nació en Miramar, y actualmente vive en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, donde funciona desde hace 17 años el centro de doma y entrenamiento equino de su familia, La Cautiva. Allí se entrenan y donan caballos de distintas razas, para exposición y competencia, principalmente caballos Criollos. Tiene dos hijas, Pilar y Cruz, “ambas inspiración y motivo de cada paso en mi huella”, explica.

Fue criada en el campo y estudió en una escuela rural donde, según ella, aprendió el lenguaje de la naturaleza y a amar los caballos. “Toda mi infancia transcurrió mientras esperaba los días domingos, ya que mi papá era jinete y era la salida de la familia. Descubrí que las palabras que emanaban del escenario describían la escena que se desarrollaba y empecé a anotar en un cuaderno aquello que me llamaba la atención”, describe Cecilia, como el principio de una explicación que abarca más que las palabras e intenta dar cuenta de una visión de vida, de una emoción.

Le pregunto entonces ¿qué es lo que más te gusta de relatar jineteadas? “Una libertad infinita y pura que sin lugar a dudas nos impulsa en una única dirección: defender la identidad con un profundo amor a la tierra a la que uno pertenece”, responde sin vueltas.

Sus primeras palabras

Fue a los 14 años que Cecilia tomó coraje y soltó su voz por primera vez en una jineteada de Jesús María: “Es el sueño de todos y tuve el inmenso honor de ser la primera mujer en el Félix Gigena Luque, como también tuve la responsabilidad de la arenga. Fueron las 27 palabras más fuertes de mi vida”.

“Jesús María parecía imposible, inalcanzable, y sin embargo, pude soltar mi voz ahí durante tantos años y el romance sigue intacto, agrega, emocionada.

A veces el mundo es injusto con los jóvenes y el camino puede -y suele- ser más complejo que en otros momentos de la vida; hay que demostrar más. Y Cecilia, por joven y además por mujer, tuvo que enfrentarse a ese camino sinuoso. Pero, como dice ella, a fuerza de constancia y aferrándose a su motivación, siguió adelante: “No fue fácil ser mujer en tierra de gauchos, durante años lo sentí así; pero llevo 21 años en este camino, trabajando con esmero, creando una imagen propia, un estilo, un sello. Siempre se disfrutan los logros cuando se llega con esfuerzo y por derecha”.

Y aunque cueste, el aprendizaje también siempre llega. Por eso Cecilia, a esta altura palabra autorizada, explica que el relato debe tener consistencia: una base sólida de formación a través de la lectura histórica, pero también una gran dedicación a la observación. “Vivir nuestras costumbres y trabajos rurales a través de la experiencia propia es fundamental para los matices del relato”, describe.

Su experiencia en el relato costumbrista le brindó la posibilidad de viajar y conocer la inmensidad de nuestro país, su idiosincrasia y su gente: “Eso nutrió mi relato de Argentinidad, para ser federal y representar de la mejor manera a las mujeres de nuestro campo”.

Las primeras relatoras, nos cuenta, fueron Perla Carlino, en Mar del Plata; Noelia Chialvo, en Santa Fe; y Cecilia, en Jesús María. “Me da orgullo que otras chicas se animen a seguir su sueño. Si yo pude, ellas también pueden lograrlo, sentencia.

“Cada paso, aunque no fue fácil, me llevó a ser la mujer que soy”.

Además del relato, de la danza y de su trabajo en La Cautiva, Cecilia descubrió y desarrolló otra pasión vinculada al campo: el diseño de ropa para “paisanas de este siglo”, como le gusta decir a ella. Lo describe como un apoyo para su voz.

En este camino, a través de sus diseños, acompañó a representantes argentinas en certámenes internacionales de belleza como Miss World, Miss Universe, Miss Earth, Miss Internacional, Miss Supranacional, entre otros, viajando con sus vestidos a más de 15 países, entre ellos China, Filipinas, Gran Bretaña, México, Estados Unidos, Colombia, Bolivia, Canadá, Japón, Paraguay y Polonia.

“Ver a nuestras Misses con la banda de Argentina y luciendo atuendos gauchos, es un orgullo infinito y el reconocimiento a nuestra cultura, muy necesario”.

También realiza diseños exclusivos para las chicas que desfilan a caballo: “Cada vestido es único y personal, no hay dos iguales y creo que eso le da un sentido especial a cada diseño”, explica.

El próximo sábado 13 de enero -y por segundo año consecutivo- Cecilia presentará junto a su Compañía Gaucha, el espectáculo Criollos: «Creé esta compañía en la búsqueda de combinar pasiones: la danza, el caballo y el arte de contar historias».

La versatilidad y la iniciativa de Cecilia Segovia es fuerte, genuina, abre paso y deja huella, no hay dudas de eso ni de que el campo es su lugar en el mundo. Como dice ella: “No elegiría otra vida. Cada paso, aunque no fue fácil, me llevó a ser la mujer que soy”.

Por último, le pregunto qué es lo que más ama del campo y su respuesta es simple, contundente y suena como un paisaje: “El silencio y el andar acompasado de mi caballo en un atardecer glorioso, tender la vista y ver a los tuyos. No se puede pedir más. En lo simple está lo más maravilloso que nos hemos ganado. Orgullosamente gaucha, argentina y mujer de a caballo”, finaliza.

Por Antonela Schiantarelli

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