Lo que pasa en el campo

30/05/25

El aporte a la industrialización: el maíz está en todos lados (y puede estar en más aún)

El maíz está en la carne vacuna, el pollo, alimentos para mascotas, gaseosas, jugos, bebidas energizantes, papel, cartón corrugado, aderezos, salsas, caldos, sopas, bienes de cuidado personal, productos farmacéuticos, lácteos, golosinas y muchos otros productos. Y todavía hay mucho para crecer industrializando en el país parte de lo que se exporta como grano. Sobre estos temas conversaron Magdalena Ferreira Lamas, de Mars; Enrique Duhau, de la firma homónima; Roberto Domenech, de CEPA, y Mariano Tamborini, de Arcor, en un panel del Congreso Maizar 2025 moderado por la presidente de COPAL, Carla Martín Bonito.

El panel “Maíz: el complejo inteligente para industrializar al país” del Congreso Maizar 2025, moderado por la presidente de COPAL, Carla Bonito, destacó la vastedad de este ecosistema, desde la cantidad de productos, empresas y empleos que abarca, su participación en una amplia variedad de otras actividades e industrias y el espacio de crecimiento que todavía tiene para seguir “escalando la cadena”, mejorar la competitividad y la internacionalización de la economía argentina.

Magdalena Ferreira Lamas, gerente general de Mars South Latam, que tiene a su cargo las áreas de “Pets Nutrition” y Golosinas (con marcas como M&M’s y Snickers) contó el sorprendente fenómeno que está viviendo el área de alimentos para mascotas, incluso en un gigante como Mars, una empresa de origen familiar que tiene más de 120.000 asociados en todo el mundo y, en la Argentina, es un empleador importante en la zona de Mercedes (Buenos Aires), donde tiene su planta de elaboración.

Ferreira Lamas contó que en la Argentina hay 32 millones de mascotas y en la región que cubre Mars South Latam el número se eleva a 92 millones. Siete de cada diez personas, contó, considera a las mascotas como miembros de su familia, y cuatro de cada diez las cuenta entre las cosas más importantes de su vida, con lo cual equiparan la importancia de su alimentación a la de un bebé recién nacido. “Esto se disparó con la pandemia”, contó la ejecutiva, y precisó que en la Argentina el número de perros se mantiene relativamente estable, en unos 17 millones, pero creció el número de gatos, que demandan menos cuidados y salidas, aunque también más variabilidad en su alimentación.

En todo eso, dijo, el maíz es clave, y a medida que crezca la categoría Pets Nutrition, más relevancia cobrará, por su rol nutricional y proteico. En concreto, proyectó que solo el área de mascotas de la empresa requerirá 950.000 toneladas de maíz para productos secos, en lata o snacks.

El mundo demanda sostenibilidad y calidad, explicó la ejecutiva, y en el área de mascotas eso incluye los pilares de seguridad, trazabilidad y control de microtoxinas, para asegurar altos estándares de calidad, teniendo en cuenta la “humanización” de las mascotas. Y lo que es hoy un requerimiento será en el futuro, un mínimo, una exigencia regulatoria. “Lo que queremos para mañana empieza en cómo hacemos las cosas hoy”, concluyó. 

Enrique Duhau, presidente de Duhau SA, que opera más de 130.000 hectáreas en el país, precisó que la empresa produce leche hace más de 40 años y que en el último iniciaron la construcción de 3 galpones de ordeñe robótico. “El maíz lo producimos en el mismo campo, porque es importante reducir el gasto logístico”, explicó. Recordó además que hace años la empresa montó un feedlot y tiene frigoríficos que exportan carne vacuna a más de 20 países del mundo.

Duhau dijo que prefiere el término de “creación” al de “agregado” de valor, porque a veces -señaló- puede “agregarse” valor destruyendo valor, como el caso de la electrónica fueguina, que, dijo, arma celulares que se fabrican en otros países para venderlos al doble, triple o más de lo que cuestan en el país de origen. También consideró que no tiene sentido reemplazar aceites minerales con aceites vegetales, más costosos. Y aclaró: el caso del etanol es muy distinto, porque genera subproductos valiosos como la burlanda y sirve para mejorar el octanaje de las naftas. 

La Argentina, subrayó Duhau, necesita que las decisiones surjan de mercados abiertos y precios libres, y no de la decisión de los funcionarios. Al respecto, destacó el agregado o creación de valor a partir del maíz que se da en la carne bovina y de pollo, “que fructifican con la exportación”. 

Para eso, es preciso un mejor acceso a mercados del exterior. La carne argentina, dijo, es de mejor calidad que la de Australia, pero Australia vende a China y a Estados Unidos con arancel cero, y a Japón con arancel bajo. Tienen mejor reputación. Nosotros producimos carne de mejor calidad que la australiana, pero esta entra a China y a EEUU con arancel cero, mientras la argentina debe pagar 20% para entrar a la Unión Europea, 35% en Estados Unidos (superado un mínimo cupo libre) y a Japón ni siquiera puede entrar. Sucede, contó, que Australia tiene Tratados de Libre Comercio (TLCs) con más de 50 países, incluidos los tres que signó en el último año con Gran Bretaña, la India y Emiratos Árabes); la Argentina, ninguno. Una traba es la pertenencia al Mercosur, que por ser una Unión Aduanera requiere el sí de todos los socios para que cualquiera de ellos firme un TLC. 

Duhau consideró la exportación de carne como una “oportunidad” de creación de valor para el maíz. Antes, dijo, vendíamos carne a un frigorífico o granos a un trader, pero no había trato con el consumidor final. Esto cambia al convertir el grano en carne. “Fuimos a muchos países a preguntar qué tipo de producto querían: hoy hay demanda de carne con mucha grasa intersticial, marmolada. Hoy dicen que los malos son los carbohidratos”, señaló. Su empresa hoy produce carne “de calidad, marmolada”, para exportación, con una dieta de alta energía “con maíz”. Acercarse a los clientes, averiguar qué consumen, dijo, “fue un cambio fenomenal en el negocio”.

Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), reseñó el desarrollo de la avicultura en el país, que nació en 1961/62, cuando se importaron las primeras variedades de pollos híbridos. Contó que las empresas que los trajeron lo hicieron porque el país tenía maíz. Luego, de la Argentina salieron los reproductores hacia Brasil, que hoy es el primer productor y segundo exportador mundial de carne de pollo. Al revés que en la Argentina, “en Brasil los pollos desarrollaron el maíz, porque habían empezado alimentándose con maíz argentino”, contó.

Detrás del maíz están la industria aceitera, la molinera, la arrocera (con cuya cáscara se hace la “cama” en que los pollos descansan, para que no se dañe la pechuga), la del papel, el cartón, la siderúrgica, la maderera, la del petróleo y gas, enumeró Domenech, y hay una cadena de valor y trabajo.

Precisó que la industria avícola, sin contar la producción de huevos, genera 75.000 empleos a partir de 48 frigoríficos y 3.700 granjas. Pero podría ser mucho más, ya que el 63% del maíz que produce la Argentina se exporta en grano, precisó. Sólo 21 millones de toneladas quedan en el mercado interno, de las que la industria avícola (incluyendo la producción de huevos) consume unos 6 millones. “El maíz es la energía lo que genera el desarrollo del músculo”. En parte gracias a ello, se logró tener un pollo de 2,25 kilos en 75 días, contra los 120 a 150 días que necesitaba un pollo de campo para alcanzar ese peso. Así, el consumo de pollo dejó de ser exclusivo, se ganó masividad. 

Domenech comparó el 63% de exportación de maíz como grano de la Argentina con el solo 14 a 16% que exporta Estados Unidos de su cosecha. “Tenemos que trabajar para un mejor aprovechamiento”, dijo, y para eso son clave la cooperación público-privada, la producción sustentable, las regulaciones de seguridad y sanidad, para lograr competitividad internacional y acceder a programas de financiamiento. La industria avícola, concluyó, progresó a partir de 1960 pasando de proyectos personales o de empresas aisladas a un desarrollo sectorial, y ahora necesita insertarse como “proyecto país”. De su paso por la Secretaría de Agricultura, dijo que aprendió que para saber qué hacer “un funcionario necesita que le acerquen proyectos, “porque de los proyectos surgen las políticas”.

Mariano Tamborini, gerente general del área de Agronegocios de Arcor, dijo que la empresa busca involucrarse en todas las cadenas de valor y es muy activa en la cadena del maíz en las áreas de consumo masivo (golosinas, alimentos), agroenegocios y packaging. Enfatizó el carácter federal de la empresa, con más de 40 plantas en el territorio argentino, lo que le permite tener una distribución muy federal y ser muy eficiente debido a la cercanía con la materia prima, los clientes y el negocio de exportación. Como ejemplo, señaló que la planta de molienda húmeda de Arroyito procesa 600 toneladas diarias de maíz para la producción de jarabes; la de Chacabuco, 1.200 toneladas diarias para jarabes y almidones, y la de Baradero (donde originalmente se fabrica la famosa Maizena), otras 1.200 toneladas.

Arcor exporta a más de 100 países, señaló, y la industria de alimentos para mascotas ya es uno de los principales clientes de la molienda húmeda maicera. También abastece de insumos maiceros una gran variedad de productos finales, como gaseosas, jugos, bebidas energizantes, papel, cartón corrugado, aderezos, salsas, caldos, sopas, bienes de cuidado personal, productos farmacéuticos, lácteos, golosinas y mezclas para productos libres de gluten, apenas una parte de un listado mucho más extenso. “Buscamos poner en valor toda la cadena del maíz. Y eso se traduce en valor para los clientes”, indicó.

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