De acuerdo con los especialistas del INTA Marcos Juárez –Córdoba–, el análisis de suelo es una herramienta clave al momento de diagnosticar la fertilización de cada lote en particular. A partir de estos datos, se puede determinar la necesidad de fertilizar con nitrógeno los cultivos de trigo. Presentan pautas de manejo para fertilizar con nitrógeno.
El nitrógeno (N), el fósforo (P) y el azufre (S) son nutrientes en los que hay respuesta a la fertilización en trigo. El zinc (Zn) es otro nutriente que en alguna oportunidad produjo incremento en los rendimientos cuando se aplicó en el cultivo de trigo.
Los valores críticos de fósforo en el suelo van en un rango de 12 a 20 partes por millón y para azufre de 7 a 10 partes por millón de S-SO4. En este sentido, el investigador aclaró que “si el valor se encuentra por debajo de esos rangos es necesario fertilizar. Como la planta necesita esos nutrientes desde el arranque la recomendación es fertilizar previo o durante la siembra”.
“En cuanto al nitrógeno, se debería totalizar entre el que hay disponible al momento de la siembra, más el que hay disponible en el suelo. Ya que este mineraliza desde la siembra hasta la madurez fisiológica unos 140-150 kilos de nitrógeno por hectárea, pudiendo variar en un rango de 120 a 160 kilos por hectárea de nitrógeno. Lo que haga falta para llegar a esa cantidad, descontado lo que provee el suelo, debe agregarse con la fertilización”, explicó Gudelj.
“Si se decide utilizar fertilizante líquido como el UAN, se debe aplicar chorreado y lo más temprano que se pueda durante el macollaje para evitar mayores daños por quemado y posibilitar la recuperación del follaje”, indicó el investigador.
Asimismo, una estrategia que mejora el uso del fertilizante nitrogenado, tanto UAN como UREA, es estar expectante a los pronósticos climáticos y realizar la aplicación previa a un pronóstico de lluvia, para que ese nitrógeno se incorpore al suelo.
En la región, se diseñó una fertilizadora que incorpora el nitrógeno líquido durante el macollaje, perpendicular a la línea de siembra, con disco y zapata a 38 centímetros de distancia entre surcos, lo que permite aplicar en forma eficiente nitrógeno durante el macollaje del cultivo sin depender de la lluvia que lo incorpore.
Otra posibilidad es –si se tiene la necesidad de aumentar el porcentaje de proteína en grano– aplicar nitrógeno en estadios más avanzados de crecimiento, luego de hoja bandera. En el caso de hacerlo, se debe utilizar como fertilizante UREA en solución (20 % de N P/P) que tiene bajo contenido de biuret y baja toxicidad. Aplicar no más de 20 kilos por hectárea, dado que el cultivo es muy sensible a la fitotoxicidad en este estado.
Por otro lado, frente a una campaña marcada por La Niña, y luego que las precipitaciones fueran escasas, el productor debe considerar que el perfil de suelo tenga una buena recarga hídrica para el fin del verano y principios del otoño.
“Tenemos que cuidar esas reservas haciendo un buen control de malezas en el barbecho, para lo cual debemos eficientizar las aplicaciones utilizando la tecnología disponible y en el caso de haber implantado cultivos de cobertura suprimir el crecimiento tempranamente para nos quede un mayor remanente de agua en el suelo a ser utilizada por el cultivo de verano a implantar”, concluyó el investigador.