Se trata de Porãve INTA y Tuguy Hovy INTA, dos líneas clonales desarrolladas por el INTA Corrientes, que se destacan por su buena adaptación a suelos húmedos con anegamiento y a períodos de sequía. Estas variedades, orientadas a la ganadería del NEA, ofrecen alternativas forrajeras con alto potencial productivo y calidad nutricional.El pasto Nilo, Acroceras macrum, es una gramínea forrajera originaria de África, introducida en el noreste argentino durante las décadas de 1980 y 1990. Su ventaja principal radica en su adaptación a suelos con deficiente drenaje y tendencia al anegamiento, situaciones frecuentes en la región NEA. “Esta especie demostró persistencia durante más de veinte años en los potreros del INTA Corrientes, pero la falta de semilla comercial sigue siendo una limitante importante. Por eso, nos propusimos avanzar en su mejoramiento”, explicó Silvana Consuelo Ferrari Usandizaga, investigadora a cargo del proyecto. En 2011, el equipo del INTA Corrientes inició un programa de mejoramiento genético para superar estas limitaciones y optimizar las características agronómicas y productivas de la especie. Como resultado, surgieron Porãve INTA y Tuguy Hovy INTA, dos líneas clonales obtenidas mediante multiplicación vegetativa. Porãve INTA, cuyo nombre significa “el mejor” en guaraní, presenta porte rastrero, lo que favorece una cobertura eficiente del suelo, ayuda a conservar la humedad y reduce la erosión. Además, muestra buena producción de biomasa y adaptabilidad a ambientes diversos, incluso suelos chaqueños con moderada salinidad. “En el Chaco, los suelos suelen contener distintos niveles de sales, lo que es una limitante para muchas pasturas tropicales y subtropicales. Sin embargo, Porãve INTA ha mostrado buen comportamiento en suelos con salinidad moderada, aunque aún restan estudios para determinar su límite de tolerancia”, precisó Ferrari Usandizaga.
