Y agrega: «Para Bahía Blanca, contar con una Fiesta de esta importancia, significa incorporar dentro de su cartelera cultural, una actividad que permite construir la valoración de la gastronomía regional y popular, el arte culinario y su aporte histórico y patrimonial, como también reconocer la labor y trayectoria de los productores”.
La dulzura derrocha alegría en el parque Mayo. El dulce de leche se escurre por los dedos y deja huella en la comisura de los labios, mientras se hace malabarismo con la pequeña servilleta de papel que lo envuelve, intentando no desperdiciar nada. Los carritos están a tono con la fiesta. Se visten de gala. Los más tradicionales comparten espacio con los modernos food truck cubaniteros. Hay para todos los gustos.
González Casali explica que «esta primera edición, colmó todos los cálculos y proyecciones, el público se hizo presente por miles, lo que dio marco a un espectáculo impecable de artistas locales y regionales. Sin duda lo que más cautivó a los presentes fue la elección del Cubanitero del año; un concurso sin precedentes del que participaron 24 carritos en tres categorías (mejor cubanito simple, mejor cubanito bañado e innovación) sobre un total de 50 carritos que integraron la exposición”.
La Fiesta del Cubanito se realiza el 12 de marzo, fecha en la que Octavio Fuentes de nacionalidad chilena comenzó a vender cubanitos en el Parque de Mayo a mediados de la década del `50, cuando los populares carritos ni siquiera eran parte del paisaje. El éxito fue rotundo y los bahienses hacían cola para comprar sus cubanitos, que luego se transformaron en un símbolo de la gastronomía de la ciudad.
Por Sergio Romano