Las gallinas también se merecen un mejor confort

En Carlos Casares, Luis Gómez Llambí y su familia crearon un sistema de gallineros móviles para uso doméstico e intensivo que ofrecen todas las comodidades para tener una buena producción de huevos. Los equipos pueden llegar a albergar hasta 800 aves.
Mantener una temperatura adecuada, niveles de humedad óptimos, buena iluminación, ventilación adecuada y un entorno libre de ruidos molestos, son comodidades que para el hombre del siglo XXI son esenciales. La misma situación se podría traspolar para el resto de las especies animales, y más en el caso de las que están relacionadas con la producción.
En el caso de la crianza de gallinas, la Metalúrgica Don Demetrio SA, de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, decidió innovar en el diseño de los tradicionales gallineros.
“Desde 2006 estamos en el rubro metalúrgico, y en 2016 nos encontramos con alguien que nos pidió un producto especial, que era un comedero para gallinas, y desde ese entonces nos metimos en este rubro, con el diseño de gallineros móviles”, describió Luis Gómez Llambí, responsable de la Metalúrgica.
Alineados con todo lo que es la ganadería regenerativa, desde la empresa apuntan a “lo natural, a cuidar la tierra y a los animales. Son equipos muy sencillos y amigables. Tenemos desde gallineros móviles para tres o cuatro gallinas, como tenían antes nuestros abuelos en el fondo de la casa”.
En este caso, el equipo mide 1 metro por 1,20 metro, es totalmente desarmable y móvil, tiene una puerta para que las gallinas salgan a pastorear, y un lugar para dormir y poner los huevos.
El resto de los carros-gallineros son para producciones más intensivas, y cuentan con cinta transportadora, son fáciles de trasladar de parcela y pueden albergar hasta 800 gallinas en pastoreo.
Además de representar un ingreso adicional para las familias en el campo, este tipo de producción es empleado, incluso, para hacer control biológico de algunos insectos: “Algunos productores emplean a las gallinas para el control de moscas, porque luego de pasar con las vacas pastoreando, ponen el gallinero y se van comiendo las larvas que están en la bosta, con lo cual la cantidad de moscas que tenga ese rodeo será mucho menor”, planteó Llambí.
Paralelamente, estas larvas se convierten en proteína para alimentar a las gallinas, con lo cual se reduce la ración de alimento adicional que se les debe brindar.
La capacidad de los gallineros móviles para producción intensiva varía desde 150 hasta 800 aves y la parcela que necesitan para desarrollarse es de 1,5 a 2 hectáreas como máximo.
“Esta es una salida muy interesante y un negocio muy oneroso en números por el valor actual de los huevos, y más cuando se trata de productos más naturales y de mayor calidad”, afirmó el empresario.
Entre las innovaciones incluidas en los últimos modelos, se destacan las puertas automáticas que funcionan con la luz solar, tanto para abrir al amanecer o cerrar al atardecer los gallineros. Además, para mejorar los índices de posturas, que se caen en invierno porque las gallinas ponen un huevo cada 16 horas de luz, cuentan con reflectores que suman algunas horas adicionales para compensar.
Como prueba de la seriedad con que han tomado el tema, en Metalúrgica Don Demetrio cuentan con un campo experimental en Carlos Casares donde “vamos haciendo las mejoras. Entonces fabricamos los gallineros, los mejoramos con lo que nos dicen los clientes, los probamos y confirmamos, y estamos constantemente haciendo reformas”.
Por Pablo Salinas
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