Lo que pasa en el campo

17/09/25

Mercado de invernada: La doble cara de los buenos precios en el contexto interno

Históricamente, el mes de septiembre es uno de los momentos en que comienza a perci-birse en el mercado la escasez de terneros y, por ende, su precio tiende a subir.

Se trata de un comportamiento estacional por el cual, una vez transcurridos los meses de mayor salida de terneros —es decir, entre abril y julio—, la caída en el nivel de oferta suele ge-nerar una mayor presión sobre los valores de esta categoría.

En efecto, si graficamos la curva de estacionalidad del precio del ternero —expresando cada uno de los valores individuales como un índice respecto del promedio mensual de cada año—, se observa claramente cuán determinante es el efecto que los distintos mo-mentos de oferta tienen sobre el precio de esta categoría de hacienda.

Este comportamiento se confirma con los valores registrados por el ternero en el último remate de ROSGAN, donde el índice de referencia correspondiente a septiembre mostró una suba mensual del 10,5%, situándose en niveles de $4.186 el kilo vivo.

Sin embargo, no es la suba mensual lo que más se destaca, sino la trayectoria que vienen mostrando los precios a lo largo del año. Medido en pesos constantes, el valor actual del ternero es el más elevado para ese mes en los últimos 15 años ($3.057). A su vez, resulta un 38% superior al valor registrado en septiembre del año pasado.

Sin dudas, si nos enfocamos exclusivamente en el precio de los bienes, podemos afirmar que la cría atraviesa uno de sus mejores momentos de los últimos años, no solo por los muy buenos valores que ofrece su principal producto sino también por los buenos valores que puede obtener con el refugo de vacas. Recordemos que el precio de la vaca también es una de las categorías que mayor incremento relativo ha acumulado en los últimos meses.

Sin embargo, no podemos dejar de reconocer otras variables que también intervienen en el negocio y que, coyunturalmente, en los últimos dos meses han adquirido una ponderación creciente en las de-cisiones de estratégicas que habitualmente toma el productor.

Nos referimos a un tema que ya hemos abordado en ediciones anteriores y que recurrentemente vuelve a emerger al analizar distintos aspectos del negocio ganadero: la falta de crédito o, dicho de otro modo, el elevado costo del capital, que encarece considerablemente cualquier tipo de inversión, especialmente aquella que no proviene de fondos. propios.

Concretamente, el costo financiero es el que nos obliga a mirar la otra cara de este escenario de precios.

Sucede que, en este contexto, y con los muy buenos valores que ofrece la hacienda, reponer esa in-vernada —o, más aún, ingresar al negocio desde cero sin contar con capital ya invertido en produc-ción— resulta costoso.

Esto puede corroborarse con los números que actualmente arroja el feedlot. Según el último informe de la CAF, un circuito de engorde convencional de 131 días, en el que se ingresa con un ternero de 180 kg netos y se egresa con un novillito terminado de 320 kg, arroja un margen bruto negativo supe-rior a los $20.000 por cabeza. Ahora bien, si a este resultado se le suma el costo financiero —con tasas cercanas al 50% anual—, la pérdida puede multiplicarse por seis generando un déficit de más de $130.000 por cabeza.

Bajo el mismo razonamiento, desde la óptica del criador, incluso con muy buenos valores de venta de la invernada, la retención de hacienda también se torna costosa. Aun asumiendo una situación fi-nanciera sin pasivos significativos, el mismo costo de oportunidad de ese capital retenido, resulta elevado.

Fuente ROSGAN

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