Lo que pasa en el campo
13/10/25
Salud animal y productividad frente a la garrapata bovina

Frente a un contexto en el que la eficiencia productiva y la sanidad animal resultan determinantes para la competitividad del sector, los especialistas del INTA proponen el control integrado que combina el manejo sanitario, ambiental y genético. Se trata de una herramienta efectiva para proteger la salud de los rodeos y aumentar la producción de carne en el norte argentino.
Para reducir pérdidas, aumentar la producción de carne y potenciar la competitividad, los especialistas del INTA proponen combinar el manejo sanitario, ambiental y genético. Una investigación reciente del INTA Colonia Benitez, Chaco, confirmó la eficacia de esta estrategia que, además, permite obtener ganancias de peso de entre 18 y 42 kilos de carne al año. Este trabajo será una de las temáticas que se expondrán en la 2da Jornada Ganadera que se realizará en Chaco el 15 de octubre.
Según explicó Victoria Rossner –investigadora del INTA Colonia Benítez, Chaco-, “la garrapata es un parásito que constituye una gran restricción a la productividad ganadera en las regiones tropicales y subtropicales del mundo, produciendo severas pérdidas económicas en el país”.
En esta línea, detalló que esta patología se distribuye en zonas tropicales y subtropicales al norte del paralelo 31 y encuentra condiciones ideales en ambientes cálidos y húmedos. En cuanto al impacto directo en la ganadería, Rossner no dudó en asegurar que “se traduce en menor ganancia de peso, desvalorización del cuero por lesiones y miasis, además de la transmisión de enfermedades”.
Para enfrentar esta problemática, desde el INTA proponen un manejo integrado que combina distintas técnicas para reducir la dependencia exclusiva de los químicos y retrasar la resistencia a los acaricidas.
El control integrado se evaluó con resultados promisorios: “En estudios con bovinos en crecimiento, de 12 a 24 meses, la diferencia de peso cuando se aplican protocolos de control de esta parasitosis puede ser con incrementos de 18 a 42 kilos de peso vivo al año”, reconoció Rossner quien recalcó el impacto positivo de la combinación en simultáneo de dos o más técnicas, de las cuales una de ellas no debiera ser química. En este sentido, explicó que hay tres herramientas con eficacia comprobada. Estas son el uso estratégico de acaricidas químicos, aplicados en momentos clave según el ciclo de vida del parásito; la rotación y descanso de potreros, que interrumpe la presencia de larvas en el ambiente y el uso de biotipos bovinos resistentes, que naturalmente limitan la infestación.
“Los esquemas de control estratégico forman parte de un programa de mediano y largo plazo, concentrando un número mínimo de tratamientos en épocas específicas del año, como la salida del invierno, para lograr un efecto duradero en las poblaciones de garrapatas”, especificó.
Además, explicó que la mínima variación del clima afecta a microorganismos, vectores, reservorios y seres humanos pudiendo generar un cambio en la distribución e incidencias de numerosas patologías; en su mayoría de tipo infeccioso. A lo que, también, se suma la modificación en el tipo de uso de los suelos Por último, subrayó que, para implementar estas prácticas, es clave el asesoramiento profesional. “Los productores deben actualizarse y consultar a veterinarios con el conocimiento tecnológico para guiarlos en el manejo integrado”, recomendó la investigadora.
Fuente INTA
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